Los diestros Luis González y Raul Velasco salieron a hombros por la puerta grande en la corrida celebrada en Cebreros • Por su parte, José Ortega cortó un trofeo
Luis González y Raúl Velasco triunfaron el pasado sábado en Cebreros pese a la escasa colaboración que les prestaron los pupilos de El Álamo, divisa que lidió un encierro muy deslucido por mansote y descastado. Y lo hicieron porque desde el primer momento mostraron mucha decisión y muchas ganas.
El cebrereño ya dejó claras sus intenciones al recibir con una larga de rodillas a su primero para después enjaretarle un ramillete de arrebatadas verónicas. Pero uno de los momentos culminantes de su actuación se produjo cuando, al ir a rematar ese saludo, se volvió a echar al suelo para dar otra larga y el toro se le paró en seco. Lejos de descomponerse, González aguantó con valor, frío y sereno hasta que el toro metió la cara en el capote tras unos angustiosos segundos, y la situación se resolvió con bien.
Después templó muchísimo a un burel que embestía al paso, corriéndole la mano con suavidad y pulcritud, casi al ralentí, aunque un pelín despegado. Y cuando el animal entregó definitivamente la cuchara, continuó mostrándose firme y asentado, aguantando los parones. Pero lo mató mal, porque se sigue perfilando muy de lejos y no termina de cruzar.
Si ese segundo de la tarde fue bajito y armónico pero estaba escurrido, el quinto hubiera valido para Madrid. Resultó un manso escarbador y parado con el que González estuvo certero en los toques y al que también templó, obteniendo algún muletazo muy limpio y despacioso, con regusto. La faena fue larga y aunque el espadazo quedó caído los paisanos le mostraron su cariño.
Raúl Velasco estuvo muy bien en ambos oponentes, venciendo sus dificultades con valor, técnica, ganas y, por momentos, exquisitez. Muy variado con el capote tanto en los lances de recibo -por verónicas rodilla en tierra en uno, y delantales en el otro- como en galleos y quites. También buscó la variedad en los comienzos de faena, iniciando la del sexto sentado en el estribo. Al tercero, el más voluminoso junto al cuarto, y desfondado, que miró mucho pero sin malas intenciones, le robó con la derecha pases muy templados de uno en uno, y le dio un natural excelente. Y acabó pegándose un arrimón. Al guapo sexto apenas lo pasó con la zocata porque por ese pitón lo buscó una vez con descaro, mas empleando la diestra obtuvo series de mérito porque el bicho casi sólo topaba. Pero poniéndose un poquito al hilo y citando con la muleta retrasada casi le hizo embestir. Eso sí, manejando la tizona resultó más eficiente que puro.
José Ortega, que abrió cartel, tuvo también un mal lote (sobre todo el insulso primero), pero las muchas ganas que evidenció no cristalizaron porque se le notó poco toreado.
-Cebreros (Ávila). Toros de El Álamo. José Ortega, ovación y oreja; Luis González, ovación y dos orejas; Raúl Velasco, oreja y dos orejas.
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